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Exposición al norte: Un fotógrafo de moda persigue lobos árticos. ¿Qué podría salir mal?

Glossary

El zorro quería jugar.

Era el segundo o tercer día de la búsqueda de Ejaz Khan del esquivo lobo ártico en el Ártico canadiense. En realidad no está seguro de qué día es, porque la búsqueda de lobos árticos en el horizonte infinito "es tan aburrida que el tiempo no pasa", cuando desde dentro de su tienda vio movimiento afuera.

"No sé qué aspecto tiene un lobo ártico, así que pensé que era un lobo ártico", dice, "y empecé a ponerme tenso. Entonces me di cuenta de que era un zorro ártico".

Bueno, está bien, no era el lobo que esperaba, pero era algo para fotografiar distinto a vastas extensiones de la nada color blanco.

Pero el zorro tenía otras ideas.

"Comenzó a acercarse más y más, y cuando estuvo a unos seis metros de distancia de mi tienda se sentó", dice Ejaz. "Lo fotografié y, por supuesto, me aburrí tomando la misma fotografía una y otra vez, así que salí con mi cámara y caminé hacia él, estaba como a dos metros, y me miró como si nada pasara. Pensé: ¡Guau!, este tipo no está asustado". Entonces Ejaz se acercó, tomando fotos hasta el final, hasta que el zorro estuvo demasiado cerca para enfocarlo. "Hice como cuando juegas con un perro y pisoteas duro, así que él salió corriendo, y corrí detrás de él... pero se detuvo y me miró, y una vez más estaba demasiado cerca para enfocar. Volví a fotografiarlo y él corrió de vuelta conmigo, ahora estaba a treinta centímetros, lo perseguí nuevamente y jugamos este juego de ida y vuelta durante aproximadamente dos horas. Retrocedía para fotografiarlo, se acercaba, lo perseguía, comenzaba a tomarle fotos y se acercaba, y yo retrocedía de nuevo.

"¿Quién iba a pensar que tendría un amigo en el Ártico?"

Del norte a Alaska

En realidad, ¿quién iba a pensar que Ejaz Khan estaría en el Ártico, para empezar?

Su carrera fotográfica es en la fotografía de moda, y ha tenido una carrera particularmente exitosa de 25 años fotografiando para Vogue, Elle y Harper's Bazaar, entre otras publicaciones.

Pero hace unos cinco años se dio cuenta de que ya no la estaba pasando bien. "Mi trabajo de moda requiere una gran cantidad de asistentes, mucha iluminación, mucho de todo", dice, y los recortes presupuestarios estaban reduciendo lo que más disfrutaba y lo que hacía mejor.

"No me estaba divirtiendo en el trabajo y siempre les decía a mis hijos que si se divertían nunca iban a trabajar un día en sus vidas".

Luego, dos personas cercanas a él, su esposa y su productor, se unieron para sacarlo de su depresión. "Me dijeron: '¿Por qué no vas a Alaska? Te conseguiremos un boleto'.” Lo montaron en un avión con cámaras que nunca había usado antes, las DSLR en lugar del equipo de formato medio que usaba para sus sesiones de moda, y se fue al norte a fotografiar osos.

Se puede adivinar lo que pasó.

"En el camino de regreso, llamé a mi esposa desde el aeropuerto y le dije: 'No volveré'. Durante el primer año, se convirtió en la necesidad egoísta de disfrutar de la naturaleza. Entonces comencé a investigar lo que estaba pasando. Se estaba instalando un gasoducto en Alaska, entraban diferentes compañías y llegué a un punto en el que me di cuenta de que si no protegemos nuestro medio ambiente, las generaciones futuras no podrán ver lo que estamos viendo".

Desde entonces ha equilibrado su fotografía de moda y de vida silvestre, y si hay un denominador común para las imágenes en ambas categorías, es el impulso narrativo de sus fotografías. Ejaz es un contador de historias, lo cual no es una sorpresa si consideramos sus antecedentes.

"Mi padre era director de cine", dice, "y de niño, junto con mi hermano, siempre estaba en un plató. Escuchaba lo que decía mi padre y observaba lo que se hacía. Tenía 30 personas iluminando sus platós, y solía dirigirlos: 'Haz esto, haz aquello, baja eso unos centímetros'. Nunca me di cuenta de la cantidad de información que realmente se queda en tu mente. Así que cuando hago trabajo teatral, grandes producciones, grandes platós, mi padre siempre viene a mi mente, siempre desempeñando un papel y guiándome a través de todo".

Como muestra de lo importante que es para él ahora fotografiar vida silvestre, Ejaz ha convertido su estudio de 280 metros cuadrados en el centro de la ciudad de Nueva York en una galería para sus imágenes de vida silvestre y ha dedicado una página web a su fotografía de vida silvestre.  

Lo que nos lleva a la búsqueda de los lobos árticos.

Medida drástica

"En el mundo de la moda, la mayoría de las personas me conocen, saben quién soy", explica Ejaz. "Pero en la vida silvestre, si quería hacer algo durante los próximos 20 años, tenía que tomar alguna medida drástica".

Para obtener reconocimiento y ser el centro de atención había una solución directa: hacer algo, fotografiar algo, de manera dramática.

"Siempre estoy buscando drama", dice. "Quería al lobo ártico y sabía que no iba a ser fácil. Sé de un fotógrafo que ha ido allí durante nueve años y regresó sin nada, y cuando oí esa historia dije: 'Está bien, eso es, yo voy'. No esperaba volver con las fotografías la primera vez, [pero] disfruto de un desafío y dije: '¿Por qué no comenzar por todo lo alto?' "

Bueno, hubo varias razones, comenzando porque estaba "completamente fuera de su elemento", pero si las hubiera tomado en cuenta, no tendríamos una historia.

Podrías comenzar a enumerar esas razones simplemente con el camino allá: Nueva York a Ottawa, Ottawa a Iqaluit, luego a Resolute Bay, luego a Grise Fjord. En el camino hubo temperaturas de -31 °C, vientos constantes de 40 a 48 kilómetros por hora, ningún teléfono celular, (por ser de Nueva York vivo al teléfono), y una reunión en Resolute Bay con miembros del ejército canadiense para decirle que debería llevar un equipo de gente con él para un viaje como este y que todo fue "una idea estúpida".

Ya en ese punto estaba creyendo que tenía razón. Y eso fue antes de que se encontrara con Raymond, su guía inuit, en Grise Fiord.

"En esta ciudad hay 131 personas, por lo que estaba acostumbrado a no hablar mucho o nada", dice Ejaz, "y yo soy de Nueva York y necesito hablar con alguien cada minuto. Así que seguí hablando y él estaba muy callado. Y luego nos subimos en la moto de nieve y rodamos durante unas ocho horas."

Y no fue uno de esos viajes suaves deslizándote sobre las tierras planas y los hermosos paisajes de un comercial de motos de nieve. "No había caminos, ni senderos, fue un viaje difícil, rebotando todo el tiempo".

Cuando finalmente llegaron a su destino, no hay más que hielo, nieve, vacío y no hay comunicación con el resto del mundo. "Debí haber llevado al menos un teléfono satelital conmigo", dice Ejaz.

Pero tenía tres cosas a su favor: podría haber estado agitado, incluso aterrorizado, pero estaba decidido a tener éxito. Segundo, Raymond pudo haber estado en silencio, pero tenía experiencia. Y tercero, a pesar de las temperaturas que alcanzaron los -45  °C, Ejaz pudo confiar en sus cámaras, una D5 y una D850, para un rendimiento ininterrumpido.

...a pesar de las temperaturas que alcanzaron los -45 °C, Ejaz pudo confiar en sus cámaras, una D5 y una D850, para un rendimiento ininterrumpido.

Recientemente había cambiado a la Nikon desde una marca de DSLR diferente. Tenía varias razones: los fotogramas por segundo de alta velocidad de la D5, 12 cuadros por segundo, y su velocidad y precisión de enfoque; y el recuento de megapíxeles de la D850.

"La D5 es una cámara increíble para la acción y la velocidad. Me encanta tener drama en mis fotos y una vez estaba fotografiando caballos que corrían a 48 kilómetros por hora, y no solo corrían, estaban luchando entre sí y girando en diferentes direcciones, y lo pude conseguir debido a la rapidez de esa cámara".

La D850 fue importante por su resolución. "Sabía que vendería impresiones de 1.2x1.8 metros de mis fotos de vida silvestre y necesitaba detalles increíbles". Y la D850 de Ejaz también ha encontrado un hogar en el estudio. "Solía hacer mi trabajo de moda con las cámaras [formato medio], si no capturas en formato medio, la gente de la moda cree que no eres un fotógrafo bueno, pero acabo de terminar una sesión de moda/belleza con la D850, y fue genial".

En el frío del Ártico canadiense, tomó un video e instantáneas con la D850, pero cuando apareció el zorro, su elección fue la D5. "Pensé que el zorro sería impredecible y me daría un poco más de acción".

Tenía razón a medias: la naturaleza juguetona del zorro era algo que ciertamente no podía predecir.

Camino a casa

Después de seis días, con el zorro ártico como la única oportunidad fotográfica, Ejaz estaba preparado para retirarse.

"Simplemente ya no puedo hacerlo", decía. "No hay noche porque el sol nunca se pone, y estar constantemente en la tienda me estaba volviendo loco. Hacía mucho frío allí, todas las cremalleras de plástico y las asas de plástico se volvían tan frágiles que se habían roto, incluso las cremalleras de mi chaqueta. Se suponía que nos íbamos un día después, pero en el séptimo día pensé: Es suficiente. Los chicos han venido aquí año tras año y no han visto lobos, así que, ¿quién era yo para pensar que podía hacer esto?"

Así que empacó. "Cuando empaco para viajar, no guardo los lentes en las cámaras, y menos esta vez con todos los rebotes de la moto de nieve".

Ya iba una hora en el camino de regreso, Ejaz iba sentado detrás de Raymond y era incapaz de ver hacia adelante, cuando sintió que la moto de nieve disminuía la velocidad. "Dije: '¿Por qué estamos desacelerando?' Él no dijo nada. Entonces nos detuvimos. No podía ver a su alrededor, pero vi que estaba sonriendo. Sacarle una sonrisa a él era imposible, así que sabía lo que era: vio a los lobos, y, cuando miré, los vi en la distancia, caminando hacia nosotros.

"No tengo idea de cómo monté el lente en la cámara y la puse en el trípode tan rápidamente, pero la tuve lista en diez o quince segundos".

Los lobos se acercaron a la moto de nieve. "Se acercaron hasta unos seis metros. Tomé fotografías, y luego se movieron más allá de nosotros. En ese momento, tenía la segunda cámara lista y comencé a caminar hacia ellos, fotografiándolos. Cuando estaba a tres metros de distancia, el pelo en el cuello del macho alfa se levantó mientras me miraba. Me estaba retando: Por favor, no te acerques más. Raymond dijo: 'Será él o tú'. Ahí fue cuando nos fuimos".

Raymond es un hombre de pocas palabras, pero Ejaz está bastante seguro de que de regreso a casa contó una historia propia, una historia sobre un loco de Nueva York que vino al norte para buscar y fotografiar lobos árticos, y casi contra todas las probabilidades logró hacerlo.

Hay más información sobre la aventura en el Ártico canadiense de Ejaz, incluido un video, en su página web dedicada a la vida silvestre, ejazkhanearth.com. Debajo del menú Cortometrajes, encontrará videos de sus viajes para fotografiar el buey almizclero (segundo viaje a Noruega), osos y bisontes. Para ver sus fotografías de moda, visite ejazkhanphotography.com.

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