Desde sus comienzos: El camino de Robin Layton hacia la fotografía artística
Hay dos cosas que se pueden rescatar de una charla con la embajadora de Nikon, Robin Layton: su confianza pertinaz en que sus habilidades, creatividad e imaginación van a prevalecer por sobre cualquier tipo de proyecto fotográfico que se proponga; y la convicción de que su experiencia como fotoperiodista la preparó para cualquier desafío que presente el día. Quizás sea una cuestión de seguir apostando en aquellas cosas con las que comenzamos. Robin comenzó con confianza en sí misma, y después desarrolló las habilidades propias que el fotoperiodismo demanda.
Primero lo primero
“A los 15 años yo ya sabía a lo que quería dedicarme”, cuenta Robin. Lo vio en las páginas de National Geographic: una foto del sol perfilando las siluetas de jirafas en África. Recuerda haberle dicho a su madre: “Me encantaría tomar fotos como esta”, y su madre le respondió: “Podrías dedicarte a eso”. Y, gracias a la suerte, una coincidencia o el destino, el fotógrafo de National Geographic, David Alan Harvey, le impartió un consejo y le sugirió que asistiera a la universidad que tenía, a su criterio, el mejor programa de fotoperiodismo del país: La Universidad de Ohio. Robin presentó la solicitud durante su último año de la secundaria, logró entrar, se graduó y comenzó a trabajar en... Bueno, no en National Geographic, pero sí en el área del fotoperiodismo, donde trabajó por 16 años a tiempo completo como fotógrafa para cinco periódicos diferentes.
“Mi experiencia pasada en fotoperiodismo nunca va a abandonarme”, dice. “Siempre va a ser parte de mis fotografías, es una experiencia invaluable. Todos los días tenía que crear imágenes de alta calidad, con cualquier tipo de luz, y tenía que ser rápido”.
Esa base, y el ingenio para utilizarla, la han acompañado durante una carrera en la que pasó del fotoperiodismo a los retratos, bodas de alto nivel, proyectos de libros y, actualmente, fotografía artística, multimedia y producción de videos.
“Siempre tuve una voz dentro de mí”, dice, y cuando esa voz anunció que era tiempo de un cambio, Robin estaba dispuesta a seguir adelante. “Todos la tenemos”, dice sobre la voz, “pero muchos no la escuchan”. Sin embargo, ella la escuchó. Luego de 16 años, su etapa con los periódicos había terminado. Era hora de algo diferente.
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Durante los años en que trabajó para los periódicos, Robin también hizo algunos trabajos independientes (“estaba permitido”), así que con el fotoperiodismo de lado, comenzó a trabajar de manera independiente como fotógrafa de bodas y retratos, y siguió ese camino hasta que fue hora de otro cambio, uno que precisó de más tiempo para poder dedicarse a él.
«Estaba en la casa de un amigo y vi una ventana vieja con una fotografía en ella, y pensé: “Guau, ¿no sería increíble ser artista de tiempo completo y crear obras con objetos que encuentre [y] mi fotografía?”», nos cuenta Robin. Era un gran sueño tan grande que decidió tomarse un tiempo antes de cumplirlo. «Pensé: “¿Quién puede levantarse cada mañana y crear arte?”»
Pero sus dudas se disiparon cuando su madre se enfermó y Robin se dio cuenta de que la vida no está hecha para esperar, sino para hacer, y el sueño de convertirse en artista no era tan inalcanzable después de todo.
Comenzó creando exposiciones de arte emergentes, y le fue bien. Luego, un contacto del mundo del fotoperiodismo la contrató para crear fotografía artística y, en las palabras de Robin, “ese fue el inicio de todo”.
Hoy ella es todo lo que siempre soñó ser: una artista a tiempo completo, que crea imágenes fijas, videos e instalaciones artísticas para clientes residenciales y comerciales.
A lo largo de su carrera, se ha dado cuenta de que a pesar de tener una base sólida en los conocimientos básicos del oficio, su éxito no está muy relacionado con los aspectos técnicos de la fotografía. “Es todo sentimiento”, dice. “Fotografío con el corazón”.
Y su mente. Satisfacer a los clientes incluye la colaboración, el contexto y la libertad creativa dentro de las pautas indicadas. Con frecuencia le proporcionan un tema para una publicidad y luego se reúne con los diseñadores, arquitectos y desarrolladores del proyecto. “A veces somos diez en una habitación hablando [sobre el proyecto], y la colaboración es muy importante”. En otras ocasiones, la ubicación e incluso los objetos encontrados tienen un rol determinado. “Uso mucho las antigüedades de caza. Una de mis cosas preferidas es combinar objetos encontrados con mis videos y mis instantáneas”.
Para un trabajo, simplemente notó que “este edificio necesita un poco de arte” y eso fue lo que pasó. En otra ocasión, un cliente comercial solo le dijo: “Queremos un poco del sentir noroeste”, y todo dependía de la manera en la que Robin interpretara “sentir” y creara imágenes que lo representaran. Su trabajo puede ser visualmente literal o altamente impresionista, pero el objetivo, dice ella, es “capturar los sentimientos, la energía de las cosas. Incluso cuando te dan un tema determinado, creo que tienes que fotografiar para ti mismo”.
¿Y la reacción del cliente? “Si a mí me encanta, a ellos generalmente también”, afirma Robin.
Una imagen impresionista tomada en una calle de Seattle a pedido de un cliente. “A veces un tema pide a gritos una perspectiva diferente, como estos tulipanes. Usualmente la imagen me dice qué y cómo quiere ser”. D4S, AF Micro-Nikkor 105 mm f/2.8D, 1/1000 de segundo, ISO 250, exposición manual, medición matricial.